Un niño, de sonrisa brillante, y una niña, feliz como una mariposa, sostienen juntos un gran corazón rojo, lleno de amor y ternura. Lo llevan con delicadeza, como un tesoro precioso, para decirle a su madre lo mucho que significa para ellos, con suaves besos y cálidos abrazos. Su amor por ella es tan grande como este corazón, y quieren demostrarle cada día lo especial que es, porque es gracias a ella que se llenan de felicidad y alegría. Y cuando llega el Día de la Madre le ofrecen este corazón, símbolo de su eterno cariño, para decirle gracias por todo lo que hace, porque es la madre más maravillosa del mundo.